miércoles, 7 de mayo de 2008

Estatuas de cristal

Habita la densa niebla el verbo carcelero,
sin cárcel ni cerrojos ni grifos que lo abran.

Dos faros rotos vuelan pensamientos,
sin puertos, sin estrellas, en una playa ajena,
donde la gracia de Dios dora sus arenas.

Almodóvares habitados por líneas muy delgadas.
Saltan por sus luceros las perlas que en rocío
surcan sus mejillas granizadas.

En otra orilla de horas blancas, su reloj de arena dormía.
Su labio adherido al mío, en un sólo suspiro
arranca los latidos de su corazón y el mío.

En oleajes desbordantes en cíclopes mares flagrantes,
probarás el néctar que de tu boca sacie la sed
y esta morada en llamas será el barro,
donde esculpan tus manos, estatuas de cristal.

24 de septiembre, 2007

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